La sensibilidad dental: causas, prevención y tratamiento
La sensibilidad dental, también conocida como hipersensibilidad dentinaria (HD), es un problema común en la práctica odontológica y una de las causas más frecuentes de consulta tanto en clínicas dentales como en farmacias. Se caracteriza por la aparición de un dolor breve, agudo y punzante que aparece como respuesta a diferentes estímulos: térmicos (frío o calor), táctiles, osmóticos, químicos o evaporativos (por ejemplo, al aspirar aire). Este malestar puede afectar a uno o varios dientes y, aunque no siempre implica una patología grave, sí puede alterar la calidad de vida del paciente y limitar hábitos de higiene o alimentación.
¿Qué es la sensibilidad dental y por qué se produce?
La hipersensibilidad dentinaria se produce cuando la dentina —la capa interna del diente que se encuentra bajo el esmalte y el cemento radicular— queda expuesta al medio oral. Esta exposición permite que los estímulos externos alcancen los túbulos dentinarios, unos canales microscópicos que comunican la superficie del diente con las terminaciones nerviosas de la pulpa dental. Cuando esto sucede, los estímulos térmicos o químicos provocan el movimiento de fluidos dentro de los túbulos, generando una respuesta dolorosa en las fibras nerviosas.
Las causas más frecuentes de exposición dentinaria son las caries, el desgaste del esmalte, la retracción de las encías por enfermedad periodontal o cepillado agresivo, el bruxismo (apretamiento dentario) y los procedimientos odontológicos que implican tallado o corte de dentina. También influyen los factores químicos, como el consumo frecuente de alimentos o bebidas ácidas, los trastornos gástricos (como el reflujo o la bulimia) y el uso de blanqueadores dentales con altas concentraciones de peróxido.
El dolor característico se origina por la estimulación de las terminaciones nerviosas libres del nervio trigémino, y se considera un fenómeno fisiopatológico complejo que involucra tanto la estructura dentaria como la respuesta inflamatoria pulpar (1-3).
¿A quién afecta?
La prevalencia de la hipersensibilidad dentinaria varía entre el 10% y el 30% de la población adulta, según diversos estudios clínicos (4,5). Afecta principalmente a personas de entre 20 y 50 años, y su incidencia disminuye con la edad debido a la esclerosis de los túbulos dentinarios. Las mujeres presentan una incidencia ligeramente mayor, posiblemente relacionada con una mayor preocupación por la estética y la higiene bucodental.
Entre los grupos de riesgo destacan:
– Pacientes con enfermedad periodontal.
– Personas con hábitos de cepillado agresivo o uso de cepillos duros.
– Bruxistas o pacientes con desgaste dental severo.
– Pacientes sometidos a tratamientos blanqueadores.
– Portadores de prótesis dentales.
– Personas con trastornos digestivos (reflujo, bulimia) o que consumen ácidos con frecuencia.
Prevención y tratamiento
La prevención es la herramienta más eficaz frente a la sensibilidad dental. En primer lugar, se debe identificar la causa del problema para aplicar un tratamiento adecuado. Si el dolor persiste tras la exposición al estímulo (frío o calor) o si se detecta caries, el origen puede ser una pulpitis, lo que requerirá tratamiento endodóntico.
En casos donde la sensibilidad aparece después de una restauración o colocación de prótesis, las causas pueden ser la eliminación del cemento radicular, una caries profunda, una restauración defectuosa o un sellado inadecuado entre el diente y la corona. Una prótesis mal ajustada o mal contorneada también puede generar retracción gingival y exposición radicular.
Cuando la sensibilidad no está relacionada con caries, es esencial educar al paciente en técnicas correctas de cepillado. El uso de cepillos suaves o medios y movimientos verticales desde la encía hacia el diente (‘de lo rosa a lo blanco’) reduce el desgaste del esmalte. El cepillado horizontal o la presión excesiva deben evitarse. Los cepillos eléctricos con control de presión son una excelente opción para los pacientes con tendencia a cepillarse en exceso.
El índice de abrasividad de las pastas dentífricas (RDA) debe ser moderado, ya que una abrasividad elevada puede erosionar el esmalte y agravar la hipersensibilidad. Además, una dieta equilibrada, baja en ácidos y con una buena hidratación, favorece la remineralización del esmalte.
En pacientes bruxistas o con desgaste dental evidente, el uso de férulas de descarga nocturnas y tratamientos de reconstrucción de cuellos expuestos es fundamental para evitar fracturas dentarias o pulpitis. Los blanqueadores dentales deben usarse con precaución, ya que pueden agravar temporalmente la sensibilidad. Si ésta persiste más de unos días, se recomienda el uso de agentes desensibilizantes (6,7).
Tratamientos disponibles
Los tratamientos se clasifican en dos grandes grupos según su mecanismo de acción: la oclusión de los túbulos dentinarios y la desensibilización nerviosa.
1. Oclusión de los túbulos dentinarios:
Este método busca sellar los túbulos abiertos mediante la deposición de minerales o nanopartículas que impidan el movimiento del fluido dentinario. Los agentes más utilizados son el flúor, la hidroxiapatita y los biocristales. El flúor promueve la formación de fluorapatita y fluoruro cálcico, que sellan los túbulos y fortalecen el esmalte. La hidroxiapatita, por su composición similar a la del diente y su biocompatibilidad, ayuda además a remineralizar la estructura dental. Por su parte, los biocristales liberan iones de calcio y fosfato que cristalizan en forma de hidroxicarbonatoapatita, ofreciendo una solución duradera (8-10).
2. Desensibilización nerviosa:
Se basa en el uso de sales de potasio, principalmente nitrato potásico, que reducen la excitabilidad de las fibras nerviosas al provocar una despolarización sostenida de la membrana neuronal. Este mecanismo bloquea la transmisión del estímulo doloroso hacia la pulpa dental. Muchos productos combinan agentes desensibilizantes con antisépticos, lo que ayuda a reducir la inflamación gingival y mejora los resultados. En un tratamiento inicial, puede indicarse un régimen intensivo con geles, colutorios y pastas, para después mantener el efecto con el uso diario de pasta dentífrica y enjuague.
Es importante recordar que, aunque estos productos alivian los síntomas, la visita al odontólogo sigue siendo fundamental para identificar la causa subyacente. La sensibilidad dental puede ser un signo de una patología más grave, como una caries oculta o un defecto estructural (11).
Referencias bibliográficas
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